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CUCHI LEGUIZAMON

Las anécdotas y los amigos





Recuerda el Cuchi: "Varias veces se nos perdía el vino. Algo raro: se perdía. Entonces nosotros salíamos a buscarlo por las noches".























En una de esas noches el Cuchi y Manuel J. Castilla, andaban por la localidad de Cachi, buscando, precisamente, un vino. Pero no había por ningún lado. En eso por una ventana, ven que una señora tenía apiladas un montón de botellas. La mujer se negaba. Entonces Castilla le espetó, haciéndose el enojado: "¿Pero usted sabe a quién le está negando el vino? A Gustavo Leguizamón, el más importante compositor del folklore argentino". La mujer, arrepentida, cedió. Y así se fueron de la casa, cada uno con una botella en brazos. "Era una imagen muy tierna –recordaba el Cuchi- porque estábamos acunando al vino. Justo a él, que tantas veces nos durmió". Al rato se sentaron en un umbral y compusieron el tema Canción de cuna para el vino 







Dice el Cuchi de Manuel J. Castilla: "El Barbudo era un tipo maravilloso. Extraordinariamente exitoso y aún más sabio como compañero. Mire, nosotros teníamos un amigo, don Juan Riera, quien era propietario de una panadería en la calle Lerma. Manuel todas las mañanas le compraba el pan calentito, pero una vez al Barbudo lo dejaron sin trabajo en el diario El Intransigente, entonces no fue más. Pero al poco tiempo Rierita comenzó a llevarle personalmente el pan de la mañana. Manuel le dijo que no lo aceptaba porque no podía pagarlo y ¿sabe qué le contestó Rierita? ‘Antes cuando usted podía, venía y me compraba el pan, pero ahora que no puede es mi obligación llevárselo todos los días’. Mire qué filosofía."




Escribe Hugo Roberto Ovalle: "Porque solía corresponderlos sonriendo con los ojos o asintiendo con su cabeza, ni siquiera los saludos le entrecortaban ese silbido permanente con que el Cuchi Leguizamón se anunciaba y desaparecía por las calles de Salta buscando vaya a saber que inefable melodía. Tal observación le hubiera bastado al diminuto politólogo para darse cuenta que el Cuchi no era un soñador desprevenido que vivía pensando en la luna de su música y su poesía. Por el contrario, su rapidez mental, el dominio transgresor que le imprimía en cada conversación a los distintos y múltiples temas de la realidad, nos revelaban a un hombre tan sensible como veloz y creativo en sus respuestas y opiniones. 
















Sin embargo, el politólogo, fiel al error de su convencimiento, en la seguridad de un oportunismo lleno de público, no tuvo mejor idea que recibirlo con una chanza que, aunque desgastada por el uso, la creía genial para definir la personalidad del músico a través de su flamante saco de barracán a cuadros grandes con que el Cuchi se nos apareció en El Círculo. ‘¿Qué, llegó el circo?’, preguntó asegurando el diminuto politólogo cuando aún la puerta de vaivén no había cumplido con el recorrido a que el Cuchi la destinó con su empuje. Y antes que la curva exclamativa del politólogo se desvaneciera en el aire de esa lejana siesta de invierno, el Cuchi respondió: ‘A juzgar por los enanos, sí’. La carcajada todavía debe resonar en la memoria de los partícipes de esta anécdota". 























Opina Raúl Aráoz Anzoátegui: "A pesar de que en Salta y en todos lados del mundo se ponen en juego el ingenio, la chanza o la ironía, siempre hay en ese tipo de reuniones alguien que paga el ‘pato’. Hemos visto con frecuencia a muchas de esas personas ingeniosas encarnizarse con el que, con menos habilidad para ese tipo de juegos, recibe la peor parte. En esas circunstancias, yo y muchos de los que somos sus amigos, siempre observamos que el Cuchi ejercitaba la broma hasta el límite que le permitía su propia discreción, sin sobrepasarse en ese juego que tanto dominaba. Y si se quiere un juego peligroso, porque se arriesga el talento, lo cual le daba ciertas ventajas de su parte de las que nunca abusó."




Mientras recorría las calles de París silbando una zamba, vió a una joven muy bella acompañada de su madre y de un perro y al acercarse comprobó que hablaban español. Entonces el Cuchi las enfrentó y les dijo: "Les cambio el perro". Sorprendida, una de ellas le pregunta: "¿Por qué?" Y el Cuchi les respondió: "Por mí". 






































El Cuchi le confesaba al periodista Gregorio Caro Figueroa: "Hacer música no me alcanza para vivir pero me hace vivir. Mirá lo que son las cosas. Antes cuando era abogado vivía de la discordia y ahora de la alegría. A la vejez no me queda más que hacer música hasta que me toque pulsear con la nada. Le voy a ganar a la nada porque ella estará allí en lo suyo y yo estaré silbando alguna cosa". 







De las habilidades gastronómicas repentinas del Cuchi, cuenta Hugo Riera: "Cocinaba una barbaridad. Un día, cuando yo vivía en la calle Santa Fe, me cayó con un surubí en rodajas y me mandó a comprar pomelos y naranjas. ¿Es para el postre? le pregunté. ‘Esperá y ya vas a ver’ me dijo, mientras se remangaba y se aprestaba a preparar el extraño plato. Ponía debajo de la fuente unas rodajas de naranja, luego surubí y así sucesivamente. Me acuerdo que salió un manjar"




El Dr. Román Salim uno de los que también se privilegió con la compañía del Cuchi, especialmente en las noches compartidas en el Club Comercio, nos comenta aquella vez cuando el integrante de un conocido conjunto folklórico, nos llamó para decirle: "Dr. Queremos que nos armonice una pieza", a lo que el Cuchi respondió: "Y se la voy a revocar también para que no desafinen más". 




Leopoldo "Teuco" Castilla, con motivo del aniversario del Cuchi celebrado en septiembre de 1994 en Salta, mandó desde Madrid esta sentida semblanza: "Yo al Cuchi, de él, no le puedo decir nada. (...) Qué se le puede decir a quien entre otras cosas te regaló sus guantes de box, y esto ocurría a mis siete años de edad, intuyendo que yo no pegaría ni una; que cuando tuve doce años me compró mi primera, fastuosa, obra pictórica, sabiendo que en este mundo poco pintaría yo y que a los trece años me enseñaba historia y me puso un apodo que el público presente no se dará el gusto de conocer jamás. Y que todavía lo veo en mi infancia llegar en el "carnavalito", un auto que andaba de milagro, tanto que más parecía un auto de fe. Y bajar elegante y prognático, detonante y satírico. Y lo veo, desde hace mis cuarenta y siete años, acezar como un albatros sobre el piano, para que su tierra se oiga, porque es él quien le desentierra en música, todos sus invisibles. O sea que al Cuchi no le digo nada. Les cuento a ustedes que se han reunido en la calle Rioja a festejarlo que no es verdad que cumple años. 
















Ese hombre nace todos los días. Les refiero una vez que viajábamos con el poeta Angel Leiva, en un tren anochecido, a Praga. A las cinco de la mañana, por la ventanilla ví un cartel con un nombre: Bratislava. ‘Nos bajemos’, grité, ‘es el Bratislava de los cuentos’. Y aunque nos quedábamos a mitad de nuestro destino, descendimos en esa estación neblinosa. Comenzamos a caminar por una calle, mientras amanecía. De pronto, desde adentro de una casa, salió una música. Era una zamba del Cuchi. (...) Y todo esto para decirles que ese señor que ven ahí con barba cana y ojos meteóricos es, para el resto del mundo, un genio. Alguien que por rigor, entrega y riesgo, puso una carga de profundidad en su existencia y sabe vivir, como pocos, como un artista entero. Salteño, libre y dueño de su señorío. Como se debe ser. Mírenle la frente. Está llena de nuestros más entrañables universos. Mírenle el corazón. Gracias a él, cuando cantamos los salteños, sentimos como sentimos. Y quien sabe cuantas generaciones seguiremos sintiendo así. 




































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LUNES A VIERNES DE 18 A 19:30 HS POR 94.7 FM RIO - IDEA PRODUCCIÓN Y CONDUCCIÒN: SILVIA DÌAZ

AROMA A BUENOS MOMENTOS

La pava que silba, y la yerba comienza a hacer sentir su delicioso aroma. Pastelito, criollitos, algo rico para comer. Una charla, un mate, un compartir. Lleno de sensaciones, de amistad, de recuerdos y pasatiempos. El orgullo de ser fieles seguidores a nuestras costumbres. Costumbres Argentinas. Que se llevan dentro, una guitarra, una vidala, un chamamè. Momentos inolvidables, música, y compañía. Te invito a compartir todo eso y mucho màs de Lunes a Viernes de 18 a 19:30 Hs. En la 94.7 FM RIO, haciendo lo que hemos nacido para hacer… VIVA MI TIERRA!! Un programa radial lleno de intensas emociones y de aquellos momentos que solo vos y yo, podríamos saber de que hablamos.

Silvia Dìaz. Productora y Locutora.

Gracias a la Vida

"...Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me dio dos luceros que cuando los abro

Perfecto distingo lo negro del blanco

Y en el alto cielo su fondo estrellado

Y en las multitudes el hombre que yo amo

Gracias a la vida que me ha dado tanto..."